Estos grandes estallidos de energía y materia pueden deducirse de la teoría de la relatividad general de Einstein
Podrían definirse como lo opuesto a los agujeros negros: mientras que estos son auténticos tragones que no deja escapar nada (ni siquiera la luz), los agujeros blancos serían una colosal erupción de materia y energía. Se trata de un fenómeno hipotético, no observado, pero que puede deducirse de la teoría de la relatividad general de Einstein.
El origen de estos fogonazos cósmicos sería, al igual que ocurre con los agujeros negros, una singularidad, es decir, un punto donde el campo gravitatorio es infinito. En el improbable caso de que una nave se acercara a uno, sus ocupantes no vivirían para contarlo. Y si, sigamos imaginando, el vehículo estuviera totalmente blindado frente a la emisión de radiaciones, losastronautas experimentarían una progresiva desaceleración, como si intentaran ascender por una montaña empinada hasta quedarse congeladosen el espacio-tiempo.
Entre los candidatos a agujeros blancos se encuentran los estallidos de rayos gamma, los púlsares (estrellas de neutrones que emiten radiación intensa de forma periódica) o los agujeros negros moribundos. Incluso el propio big bang que dio lugar al universo podría considerarse un agujero blanco.
De todas formas, muchos científicos rechazan la posibilidad de que estos fenómenos existan realmente. El principal argumento en su contra es que violan las leyes de la termodinámica, las cuales postulan que la entropía o desorden molecular siempre debe aumentar en el universo; los agujeros blancos, explosiones colosales que parecen surgir de la nada, serían excepciones a este inexorable incremento.
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