Se trata de todo un entramado ficticio creado por el escritor Howard Phillips Lovecraft (1890-1937) y protagonizado por seres monstruosos que habrían habitado nuestro planeta desde antiguo y no dejan de intentar recuperarlo, atormentando a los humanos.
Fruto de la prolífica imaginación de este autor norteamericano, cumbre de la literatura de terror y ciencia ficción, surgió todo una cosmología, en la que Cthulhu es uno de esos espantosos seres que viven en una dimensión paralela y que arrastran a los seres humanos hacia la demencia y el horror. La aportación al género tuvo precursores, creó escuela y supuso toda una renovación dentro de la tradición del relato gótico anglosajón.
La ciudad sin nombre (1921), El que susurra en la oscuridad (1930), En las montañas de la locura (1931) o El morador de las tinieblas (1935) son algunos de los relatos que fueron construyendo esta personal mitología de forma difusa y a veces contradictoria. Tanto es así que August Derleth, discípulo del autor, se encargó de ordenarla y clasificar a sus horrendos pobladores, aunque su labor organizativa tendió a crear un orden arquetípico según el bien y el mal, lo que no es del todo evidente en el universo caótico de Lovecraft.
Aun así, gracias Derleth, podemos distinguir tres tipos de seres: los primigenios, de origen extraterrestre, inmortales y de enorme poder; los dioses exteriores, que están menos presentes en las historias y que tienen su representación en Shub-Niggurath, cuya existencia trasciende el espacio y el tiempo; y las razas menores, seres más comunes y variados, no siempre visibles a los hombres, que pueden estar al servicio de un primigenio o un exterior.
El lugar donde se manifiesta esta cosmología es el triángulo imaginario concebido asimismo por el escritor en Nueva Inglaterra, marcado por las tres poblaciones de Arkham, Innsmouth y Dunwich.
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