En varias ocasiones tuvo que protagonizar el papel de Dios, y ahora nos contará su historia. A partir del 3 de abril, National Geographic empieza su nueva serie: «Morgan Freeman: La historia de Dios», en la cual el actor intentará revelar los misterios de la creación.
La Información es Poder decidió recordar las historias y los papeles más interesantes del actor a quien un par de segundos le bastan para ganarse los corazones del público para siempre.
«Si quieres tener éxito, jamás te rindas»
El verdadero éxito y fama le llegaron a Freeman a los 50 años de edad. Desde niño soñaba con convertirse en actor pero no creía en sus fuerzas. Cuando se le propuso una beca parcial para estudiar drama en una universidad, la rechazó porque decidió probar suerte en las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos. Pero después de 5 años de servicio entendió que no podía dispararles a las personas bajo ningún pretexto. Se retiró y se mudó a Los Ángeles buscando convertirse en actor.
«A pesar de todo, desde temprana edad entendía que quería protagonizar películas, sufrí porque idealizaba demasiado el mundo del cine. Mientras que en sí, es la misma vida. Debido a eso incluso fui al ejército pensando que podía vivir como todos. Pero cuando me di cuenta de que no era lo mío, regresé a mi sueño».
Sin embargo, la realidad no fue como se la imaginaba. El actor aún ahora recuerda claramente aquel día en el cual, camino de un casting a otro, de pronto se dio cuenta de que no había comido durante tres días.
«No entendía que ser actor era básicamente imposible. Simplemente iba de un estudio a otro y pedía que me dieran algún papel».
Después de varios años de castings, se mudó a Nueva York donde por honorarios muy humildes jugaba en espectáculos fuera de Broadway.
«Cada día cuando recibía algún papel, me parecía que iba a lograr el reconocimiento. Pero no sucedía».
Freeman llamó la atención del público y de los críticos después de la película El Reportero de la Calle 42, por la cual estuvo nominado a los premios Óscar como mejor actor secundario. Desde entonces lo empezaron a invitar a los grandes proyectos de Hollywood.
Después de la película El chofer de la señora Daisy, Freeman fue galardonado con un «Globo de oro» y su trayecto profesional empezó a subir.
«Hubo momentos en los que lamentaba que mi carrera en el cine empezara tan tarde. Pude haber logrado más. Pero estoy muy agradecido con mi destino porque mi carrera empezara un día, porque no existe ninguna garantía del todo. Pudo no haber sucedido nada».
Los imperdonables
Unforgiven
Morgan Freeman con Clint Eastwood en el western Los imperdonables (1992), la mejor película del año.
«A menudo sucede que un día te das cuenta de que a lo largo de muchos años tu vida fue una zona de desgracia solo porque ibas en la dirección equivocada. Muchas personas siguen viviendo así sin entender que su verdadero talento y vocación están en otro lado».
Sueño de fuga / Cadena perpetua
The Shawshank Redemption
La perla de su filmografía resultó ser Sueño de fuga, una hermosa película que a pesar de serlo, no tuvo éxito en las taquillas.
«Nadie podía pronunciar Shawshank correctamente. Algunos decían Shim, otros Shom, otros Shak, Sham...Total, fue un problema. No creo que las ganancias dependieran de la cantidad de publicidad. El nombre de la película es lo que atrae a la gente. Pero si no pueden pronunciarla, no irán al cine».
Pronto salió en otras películas de culto pero todas ellas tenían algo en común: sus personajes no eran protagonistas principales.
Freeman obtuvo su primer papel principal, un policía que perseguía a un asesino en serie, en la película de suspenso Besos que matan / El coleccionista de amantes.
«Me di cuenta de que en las películas la gente está de acuerdo con mucho de lo que jamás aceptaría en la vida real».
Freeman es de los pocos actores que no sabe quedarse callado en la pantalla. Puede no hacer nada, simplemente estar de pie y hacer que sientas una tormenta de emociones.
«Mi abuelo fue esclavo. Cuando fue liberado, escribieron en sus papeles: „Free man“. De esta forma, mi apellido significa „hombre libre“».
Óscar
Morgan recibió su primer Óscar por un papel bastante humilde de un ex boxeador en la drama deportiva de Clint Eastwood, Million Dollar Baby (2004).
«La calidad de mi actuación no depende de mí, depende del guionista y del director. Si el guión está bueno, simplemente me apego a él como sucedió con „Million Dollar Baby“. Ni siquiera tuve que esforzarme. No hice nada especial. Cuando lo digo, la gente cree que estoy siendo humilde pero solo digo la verdad».
Después de este papel Freeman protagonizó al menos otras 15 películas de distintos géneros, incluyendo éxitos como El caballero oscuro (2008) y Se busca (2008).
Clases de actuación
«Desvergonzadamente me robo las ideas de otros grandes actores. Y cada día me digo que solo es una clase de actuación. Estudio bajo microscopio los trabajos de Anthony Hopkins y he aprendido mucho de él. Cuando aparece en la pantalla, se vuelve todo un evento, incluso si no está haciendo nada. Está inmóvil pero el público experimenta miles de sensaciones».
¿Es fácil protagonizar a Dios?
«¿Qué se debe hacer para protagonizar a Dios? ¡Si tan solo supieras lo sencillo que me fue interpretar el papel de Dios! Soy Dios. La gente me pregunta: „¿Qué hiciste para protagonizar a Dios? ¿Cómo te preparaste para ese papel?“ Simplemente leí el guión. Y es todo».
En 2009 nuevamente une sus esfuerzos con otro veterano increíble del cine, Clint Eastwood, en la película Invictus.
«Primero decían que sabía elegir proyectos prestigiosos. Ahora dicen que con su aparición vuelve automáticamente prestigioso a cualquier proyecto».
Morgan Freeman. La historia de Dios
Este programa nos cuenta la historia de Dios. Cada episodio se dedica a un misterio que influye en las vidas de todas las personas sin importar su fe ni religión.
Para encontrar respuestas a estas preguntas, el actor visitará los sitios religiosos más importantes, laboratorios científicos alrededor de todo el mundo y participará en el experimento de los científicios de búsqueda del «efecto de Dios» en nuestro sistema nervioso.
«Los matemáticos creen que Dios está en las ecuaciones; los neurológos, que Dios está en el cerebro; y los programadores informáticos están seguros de que Dios es uno de ellos».
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